La zapatilla de cristal
se rompió en mil pedazos,
y el príncipe está condenado
a recogerlos eternamente.
Por qué el amor es siempre olvido,
como el dolor al que vuelvo
con la misma pertinaz cadencia
que la ola hasta la orilla.
Caperucita abrazó al lobo
y el hacha del leñador
cortó sus cabezas al unísono,
tiñendo de rojo piel y capa.
Por qué preciso amarte tanto,
como la vida que desvivo
mientras te sueño sólo mío
y permaneces conmigo ausente.
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