viernes, 14 de marzo de 2008

EN LA PENUMBRA DE UN CONTENEDOR de Isamar

Fue en un crudo mes de Enero cuando su cuerpecito frágil de apenas50 centímetros, acababa de salir de las entrañas de su madre.
Todavía no le había dado tiempo a que sus ojos apreciaran el rostrode la mujer que durante nueve meses lo había llevado en su vientre,pero sus pupilas ya se habían abierto a luz del mundo al que llegó,sin la opción de sobrevivir.
Debería haberse sentido arropado por unos brazos que lo protegierandel frío, a la vez que sus labios sedientos se alimentaran de lasprimeras gotas de leche materna, pero ni tan siquiera le dio tiempode ello.Aún con el cordón umbilical pendiendo de su ombligo, la penumbrainvadió sus primeras horas de vida, cuando los latidos de su pequeñocorazón se ahogaban entre desperdicios y bolsas de basura que leiban cayendo encima. Ella, la misma que lo acababa de parir lo lanzóa un contenedor, como si de un desecho se tratara.Seguramente pataleó para quitarse de encima toda la porquería que leiba cayendo, pero sus diminutas piernas no tenían la fuerzasuficiente para lograrlo.
Un llanto desconsolado rompería las cuerdas de su frágil garganta queya no podía emitir ningún tipo de sonido, para así alarmar a quienespasaran junto a su tumba de plástico.
Fueron los operarios de la limpieza los que impotentes de angustiahallaron a la criatura sin signos de vida. Su pulso se había agotadoy resultaron infructuosos todos los esfuerzos para recuperar su ritmo.
Ese ángel sin nombre había nacido para vivir, pero su destino fuemorir el mismo día de su nacimiento a manos de una cobarde consangre de asesina, a la que la expresión "madre" le venía muy grandepara su condición inhumana.

No hay comentarios: